Nos tejemos

Entre los sonidos de la ciudad y la voz interior suenan a veces cantos. Son sutiles pero persistentes y claros. Dan cuenta de algo a lo que todos pertenecemos, algo que nos abraza y nos contiene. Cuando los escuchamos llega la tranquilidad y la alegría, encontramos más amable el clima y las tareas cotidianas, la comida alimenta más y el agua calma mejor la sed.

Es entonces cuando entendemos que somos uno con el otro. Podemos ver nuestro ser reflejado: humano, piedra, animal, montaña, río, planta, espiritú... como nosotros mismos. Es en ese momento cuando ya sólo nos queda suspirar, maravillarnos, y querernos todavía más.

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